Foto: Obsesiones de Miguel Roa.

Soy obsesivo, pero no lo digo insultándome, lo digo en parte como un halago. En este texto no me referiré al obsesivo como etiqueta clínica, sino a ese ser humano que insiste, que no ceja. Que pelea hasta darle forma a lo informe.

CONCEPTOS INDEFENSOS

Me obsesiona defender las palabras con mala prensa. Siempre tuve un instinto hacia la protección de los indefensos. Me genera simpatía las causas perdidas. Si me gustara el fútbol, las carreras de caballos o el boxeo, siempre apostaría por “el caballo perdedor”.

Me parece que ir con el ganador, es una práctica de muy mal gusto. Poco elegante. Ganar no es mi estilo.

En un conflicto bélico o en el patio de un colegio o en un campo de fútbol está la parte abusona y la parte indefensa.

Hay conceptos que se puede adjetivar como indefensos. Hay conceptos con más presupuesto que otros. Hay conceptos bombardeados por países ricos e imperialistas.

I love loser

Siempre defenderé conceptos como:

Obsesivo, egoísta, lujurioso, excéntrico, escéptico, soberbio, venenoso, cínico, descarriado, descastado…

¡Me va la marcha!

¿QUÉ ME PASA CUANDO VEO UN CONCEPTO INDEFENSO?

Nada más ver el concepto expuesto al escarnio me lanzo como Kevin Costner en la película El Guardaespaldas para proteger a esas pobres palabras de un balazo.

Todas las palabras tienen derecho a la vida. O al menos a un juicio justo y riguroso.

Creo en la igualdad de oportunidades de todos los conceptos.

Hoy defenderé la palabra obsesión y haré un desplante a la palabra promesa.

 

DEFENSA DE LA OBSESIÓN

Me agrada cuando mis neuronas se vuelven garrapatas aferradas a la carne de una idea. Me gustan los líquenes agarrados a la corteza de los pinos, a las piedras duras y sin alma.

Me miro con una sonrisa cuando agito y tiro las runas de las palabras buscando el párrafo mágico. Me obsesiona exprimir la idea. Me gustan más las palabras que a un tonto un lápiz. Me gusta obsesionarme con las ideas; darles vueltas, pintarlas de colores.

LA CARPETA DE TEXTOS INACABADOS

Miro en mi ordenador mi carpeta de textos inacabados. Miro tranquilo el nombre de cada archivo. Estoy sereno frente a ellos. Ha sido todo un viaje de madurez. Mirar lo inacabado.

Son textos con malformaciones. Me gusta pensar que en el futuro habrá una cura para ellos, que podrán salir adelante, quizás con una cojera o con vicio en la visión, pero saldrán de mí de algún modo y de alguna forma.

También como buen médico sé que muchas historias se perderán en las galaxias de las nubes que flotan en los servidores. En las galaxias: Google Drive, Dropbox o OneDrive Microsoft. Morirán antes de parecer una idea. Morirán como la luz de un flash en la oscuridad del universo.

Morirán cuando yo muera, y no pasa nada. No es grave.  Las palabras nacen, se reproducen y mueren. Como las cucarachas o las personas o los gatitos.

A veces las palabras desaparecen sin dejar -casi- rastro. Y digo “casi” porque nunca olvidamos del todo. Da igual que no recordemos, podemos no recordar algo y no haberlo olvidado.

Las palabras dejan siempre huella, horadan la piedra caliza de nuestros corazones. Se hacen hueco, golpean la carne.

Estamos hechos de células y de palabras.

LA OBSESIÓN POR CURAR TEXTOS

Me gusta pensar que esa carpeta de textos inacabados es un hospital, o mejor aún, una planta de criogenización. Una sala de espera, un útero…

Son 50 kilos de semillas en un saco de rafia, semillas de tinta…esperando ser sembrada en la página en blanco.

La carpeta “Textos-Inacabados” es un lugar donde lo imperfecto espera tiempos mejores.

Son miles de servilletas de bar, hojas de cuaderno, notas en el móvil, artículos casi hechos…

A veces soy como ese presidente Rajoy, que decía eso de: no entiendo ni mi propia letra.

Son textos embrionarios. Habitan ese lugar de lo inacabado. Habitan en la ciudad de la insuficiencia. Quizás uno o dos brillen.

Pero qué más da.

¿A caso alguien se acuerda de los nombres de los generales de Alejandro Magno?

BIODIVERSIDAD CONCEPTUAL

Me obsesiona defender la biodiversidad lingüística. La defensa de todas las formas de expresión.

Me encanta el boli Bic: el que escribe fino y el que escribe normal.

Defiendo al escritor que escribe tosco y el que escribe delicado. El que va directo al grano y el que dice sin decir. Me gusta todo, lo brusco y lo suave. El que escribe en la trascendencia y el que se parte el culo de lo más sagrado.

Me gusta la palabra escrita. Me gusta pensar que cada palabra es un animal de su propia especie. Todas en peligro de extinción. Todas con derechos a sobrevivir. Todas necesitan espacio, un ecosistema que les permita ser.

La biodiversidad esa es la gran palabra. Pero la moda no es la biodiversidad, es la defensa animal, del bicho con nombre y apellidos, que nada tiene que ver con la biodiversidad.

Solo la biodiversidad hace viable el Planeta. Solo la biodiversidad lingüística hace viable el pensamiento con valor. Si solo protegemos determinadas palabras, moriremos. Quizás he exagerado, pero si afirmo que seremos peores personas. Más idiotas. A lo mejor no exagero, si somos idiotas reducimos las posibilidades de sobrevivir.

PALABRAS DE MODA

Soy partidario de esta máxima:

Si algo está de moda, sospecha, marchante de ahí.

La moda siempre esconde un interés espurio de los poderosos.

Yo ahora me estoy alejando de la moda del estoicismo y me estoy acercando al existencialismo. ¿Por qué? Porque el estoicismo se ha puesto de moda. Y eso que yo he participado en su propagación.

Lo importante es no pertenecer al pensamiento dominante.  Si lo piensa mucha gente, huye.

¿Y si debemos de dejar ser estoicos y convertirnos en existencialistas?

Lo existencialistas también molan.

I love Sísifo.

LAS PALABRAS TIENEN DERECHOS HUMANOS

Estamos obligados a tratar a las palabras con dignidad, a permitir que se desarrollen en libertad, y debemos proteger con más ahínco los vocablos con menos oportunidades.

Las palabras pueden morir por falta de uso, por falta de amor y de caricia.

La palabra “obsesión” también tienen sus derechos. Necesita su dosis de atención y de cariño.

La obsesión por algo permite la posibilidad de un nacimiento, de una cura, de escribir la palabra “fin” al final de una novela, permiten la posibilidad de mejorar lo que ya existe de manera imperfecta.

La obsesión permite los finales. Los cierres y las soluciones.

La obsesión es uno de los motores del mundo. Sin obsesiones no habría pirámides, ni vacunas, ni coches de 16 válvulas. Sin mi obsesión no hubiera escrito este blog.

ME OBSESIONA LA IDEA: DE LA IDEA ESCONDIDA

Me gusta hacerme el difícil. Me hago gracia cuando escondo las ideas en los textos, y sólo se las regalo a los que tenéis la paciencia de leerme.

Aprovecho para dar las gracias a todos lo que practicáis la búsqueda de una idea digerible y nutritiva en la lectura de estos girones de conciencia.

Gracias a los que confían en que la maraña tiene un hilo.

Gracias a lo que me habéis dicho que digo tonterías con un toque de sabiduría. Tonterías con un poquito de valor. La tontería siempre esconde algo de sabiduría.

Por ejemplo: Esta mañana me he levantado y he tenido varias epifanías.

El plural es una forma de violencia.

La obsesión impide el cierre y lo posibilita.

El nombre de alguien es arbitrario, pero definitorio.

Desarrollo solo una, me he dado cuenta de que:

Yo no soy tú.

Parece una tontería, pero si exprimes la idea, encontraras cierto grado de serenidad. Y yo que tengo el gen de la exageración, detrás de la frase puede haber toda una filosofía de vida.

Creo que las fronteras son difusas entre las personas, entre las personas y las cosas, entre nosotros y nuestras identidades. Por eso debemos recordar que: Yo no soy tú. Y que, gracias a ti, soy yo. Y que yo sería un enigma, si tu no existieras.

Conocer la frontera sosiega el territorio.

Delimitar nos ayuda, del mismo modo que nos ayuda saber que no es posible delimitarlo todo.

Creo que decir algo valioso, sin copiar, es más complicado de lo que pueda parecer. Según aprendo, me doy cuenta de todo lo que no sé. Incluso esto de que no sé nada, está ya escrito y contado mil veces. Escrito hasta el aburrimiento.

No ha cambiado nada desde los tiempos de la biblioteca de Alejandría, el ser humano frente a millones de metros de papiro. El ser humano frente a una galaxia de conocimiento inabarcable.  El ser humano vencido. La aceptación de la discapacidad en el conocimiento es la esencia del hombre sabio. La derrota frente a los millones de posibilidades de ser y de hacer.

La angustia ante la falta de tiempo para ver crecer todas las semillas de tinta.

CAÑA A LAS MODAS: ¿GENTE TÓXICA?

Me obsesiona la defensa de la palabra castigadas y también el cuestionamiento de lo que se supone son las palabras de moda. Tengo prejuicios por todas las palabras de moda.

Ahora se dice eso de la gente tóxica. Bueno ya lleva un tiempo la palabra incluida en las coletillas lingüística de millones de personas.

Parece que hay gente tóxica.

Me rio (discretamente) de los que creen que hay gente tóxica y gente vitamina. Me rio porque mi cabeza viaja a un mundo donde escribo un libro sobre la gente manzana y la gente pera. O la gente torrezno y la gente pincho moruno.

Me rio y disfruto imaginando que me hago rico, y que me compro un chalé de puta madre. Que no echo cuentas cuando lleno el depósito del coche. Que Hacienda, se pone por fin de mi lado y me da muchas facilidades para seguir siendo rico. Ya sabéis, rico. Rico, por darle a la gente lo que tanto nos gusta, el mundo polarizado, dividido. El mundo fácil. El mundo de la gente albóndiga y la gente croqueta.

Me rio y sufro. Me da miedo siempre ofender a alguien.  No es mi intención os lo juro. No os enfadéis. Mi intención es buena. Tengo miedo.

Quizás solo he dicho un montón de tonterías. Perdón.

Escribir es divertido, pero también duele. Duele exponer las palabras a la luz del sol. Pasarlas de mi cabeza oscura, a la luz de los vivos. Al juicio. Al foco. A la lectura rápida y sin piedad de los que se pasan el día, pegados al móvil.

Duele mirar los textos acabados, supongo que es como cuando un hijo se va de casa, y no lo hace agradecido.

Duele darse cuenta de las contradicciones. Darse cuenta de que en agosto dije algo que rebatí en septiembre. Duele darse cuenta de que no soy tan listo y que escribí un texto sobre la gente olmo y la gente peral, y descubrí la Coca-Cola diciendo que no pidas peras al olmo. Duele darse cuenta de que me he metido en líos porque a veces escribo con la lengua fuera por culpa de una promesa. La promesa de escribir un artículo al mes. Con ganas y sin ganas. Con algo que decir y sin nada que decir.

 

SIGO CON LA OBSESIÓN, OBSESIONADO…

Creo que las palabras con mala prensa son la llave en ocasiones de otras grandes palabras como belleza, virtud o sabiduría.

Los siete pecados capitales pueden ser puertas de entrada a las siete virtudes. Las puertas deben abrirse en dos direcciones, para dentro y para fuera.

Esta última frase algo tiene que ver con Søren Kierkegaard. Ni dice eso, ni es exacto, pero…todo está escrito. Eso es una de mis obsesiones. ¡cuánta gente lista en los últimos 3000 años! Cada vez que se me ocurre algo original, ya me han pisado la idea.

Søren Kierkegaard

Søren Kierkegaard

Hace ya algunos años, cuando empecé el blog. Dije: Doce meses, doce artículos.

Salvo algún mes que coincidió con la época de la pandemia, cumplí a rajatabla.

La promesa en forma de objetivo cumplió su función. Podía cuantificarlo, estaba temporalizado, era evaluable, concreto, significativo para mí, realista.

Como Adolfo Suarez dije: puedo prometer y prometo. 12 MESES, 12 ARTÍCULOS.

Y la promesa me hizo esforzarme en generar contenido que poder ofrecerle al insaciable monstruo que es Google. Google el devora textos.

Google es el nuevo dios al que hacer la ofrenda de las palabras.

Lo he conseguido. Dios está contento. Pero estoy agotado. No puedo más.

 

VOY A INCUMPLIR MI PROMESA

Ahora esa promesa no me viene bien. No me está haciendo feliz.

Siempre repito: los objetivos no deben ser un modo de hacerse daño.

Por eso, y aunque eso de faltar a tu palabra tenga mala prensa, lo hago.

Quiero liberarme, pararme a pensar.

No sé si escribiré mensual, trimestral o anualmente.

No lo sé aún.

Voy a parar y voy a pensar.

No quiero que el artículo sea una de las causas de mi sufrimiento.

Si escribo será disfrutando. Será al menos… medio-disfrutando. Escribir es una actividad que me incomoda y me da placer. Me incomoda mostrarme, pero me da placer verme. Descubrir lo que está oculto. Tirar pintura al lienzo y observar la macha.

Necesito pararme a pensar:

¿Tengo algo que decir?

¿Quiero decirlo?

¿Es este el lugar?

¿Divago en exceso?

¿La divagación es una defensa?

¿Cómo se llamaban los generales de Alejandro Magno?

Nadie se acuerda.

Mi promesa ya no es importante.

Nada es tan importante, como canta Viva Suecia.

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Soy Experto en Psicoterapia Breve Individual y de Pareja. Licenciado en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid y Master en Sexología por la Universidad de Alcalá. Estoy acreditado oficialmente como Psicólogo Experto en Coaching (PsEC)® Nº 69 Madrid. Hago Psicoterapia Breve Centrada en Soluciones en consulta privada, doy clases y escribo. Si quieres más información estaré encantado de atenderte.

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