Animalistas del mundo. Stop. La vaquita es un símbolo. No os enfadéis conmigo, me encantan los gatitos, perritos y cabritas. Este artículo no tiene nada que ver con este tema.

Va sobre una vaquita que tenemos todos y que nos impide progresar. Dónde digo matar, digo, regalar, abandonar, dejar marchar…etc.

¿Qué es la vaquita?

Es la víctima de un cuento. Os lo cuento muy rápido y os lo cuento a mí manera como si fuera Frank Sinatra.
Un maestro iba caminando con su discípulo por la India o por China, o por el lugar que tú elijas.

Lo importante es que sea un lugar donde haya sabios y discípulos, no vale Europa, ni Estados Unidos.

Sigo con el cuento:
El sabio y el discípulo se acercaron a un pueblo. El pueblo estaba hecho polvo, con las calles llenas de barro, las casas eran de adobe y paja… y no había luz, ni agua, y para que me entiendan los más jóvenes no había ni wifi. Todo el mundo parecía muy triste, iban mal vestidos y parecían malnutridos.

El discípulo se acercó a un anciano que estaba sentado en la calle y le preguntó:
¿Qué pasa aquí?
Y el anciano respondió:

Somos un pueblo muy pobre, pero también tenemos mucha suerte porque tenemos una vaca que nos da leche y podemos hacer mantequilla para vender a otros pueblos, y así vamos tirando.

El sabio, que como buen sabio hablaba poco, se alejó del pueblo caminando junto a su discípulo. Cuando cayó la noche se echó al lado del fuego y antes de cerrar los ojos, le pidió a su discípulo que fuera a la aldea, robara la vaca y la tirara por un acantilado.
El discípulo enfadado intento discutir la decisión de su maestro, no era justo arrebatar lo poco que tenía a personas tan pobres.
El maestro continuó con los ojos cerrados; el discípulo, pesaroso, cumplió con la orden del sabio.
Siguieron viaje, caminaron durante más de cinco años y regresaron al pueblo. Era el mismo lugar, pero no se parecía en nada a lo que vieron hace 5 años. Se respiraba felicidad y prosperidad por las calles y las casas eran mucho más bonitas y acogedoras.
El discípulo preguntó a una persona que andaba por la calle:

¿Qué pasa aquí? Hace cinco años este pueblo era pobre y ahora se respira abundancia mires donde mires.

La respuesta fue esclarecedora:

Antes éramos muy pobres, gracias a una vaca el pueblo no se moría de hambre. Un día la vaca murió y ninguno supimos que hacer. Muerta la vaca, nos pusimos a pensar nuevas manera de llevar sustento a nuestras casas y poco a poco, llegaron nuevas ideas y nos fuimos enriqueciendo.

Fin del cuento.

¿Cuál es la moraleja del cuento? ¿Tienes una vaca?

 

A veces la vaca que nos da el alimento básico, también nos condena a la pobreza o la mediocridad.
Cada persona tenemos una vaca que nos impide prosperar. Para algunos su vaca es una persona, un trabajo, una situación o la vaca es parte de su identidad.

Normalmente la vaca es cómoda y segura, nos proporciona lo (poco) que necesitamos, pero quizás no nos da lo que deseamos si nos atreviéramos a vivir una vida más plena o más ambiciosa. Ambiciosa, en un sentido amplio, no tiene que tratarse solo de tener más dinero, también de vivir experiencias más agradables o interesantes.

 

CUANDO EL TRABAJO ES UNA VACA.

 

Hay trabajos que se llaman nutricios, es decir, nos dan de comer pero no nos gustan. Muchas personas odian sus trabajos. Se pasan el día despotricando, soñando con la lotería y hasta con romperse una pierna para no tener que ir en una temporada.

Sin embargo la gran mayoría de la gente no deja los trabajos, porque dejar el trabajo, como todo, tiene un precio.

NOTA 1: En ningún caso lo que voy a decir es juicio hacia esa decisión de mantenerse en un trabajo que no te gusta, es sólo una reflexión bienintencionada.

NOTA 2: Matar a la vaca o que la vaca nos deje, no es siempre una garantía de que las cosas salgan bien. Depende de varias variables. Hay personas que se quedan sin trabajo y se hunden, y otras florecen como el almendro en primavera.

La gente no deja los trabajos por motivos muy razonables: porque no tienen otro y necesitan el dinero, porque no saben lo que les gustaría hacer o sienten que no saben hacer otra cosa, porque tiene hijos/as e hipotecas y el sueldo es bueno. Otras veces no los dejan por otras razones más subjetivas, porque si se marchan voluntariamente perderían una buena indemnización, por evitar el juicio negativo de sus padres aunque ya tengan 45 años…etc.

A veces, como no todas las personas somos iguales, hay personas que se lían la manta a la cabeza y dicen en el tajo:

Señores, aquí tiene mi pre-aviso. En 15 días me marcho…

A otros les dicen:

Rodríguez, muchas gracias por todos estos años, pero no te vamos a renovar.

La conclusión es que la vaquita está muerta.

Cuando tu vaquita laboral la matas o te la matan y te quedan unos cuantos años para jubilarte, no te queda otra que tirar palante.

En referencia a la nota 2, en ocasiones nos puede pasar lo que les pasó a los de cuento y florecer al descubrir nuevas competencias laborales.

Yo que no soy nada happy-flowers también puede ser que salga mal, y no sepas como reaccionar, o que el plan que tenías previsto una vez dicho eso de “aquí os quedáis”, te salga mal. Pero si es verdad que a veces la vaca nos impide ver el bosque. (Creo que este refrán no era así)

Si al poco tiempo dices eso de:

si en el fondo me hicieron un favor .

…es que la muerte de la vaquita era una buena noticia.

 

CUANDO LOS PADRES O LAS MADRES SON UNA VACA.

 

Para contar esta idea y ser más pedagógico, me voy a Japón y a un fenómeno extremo, pero existen realidades intermedias y que pasan en algún lugar de la Mancha que son igual de preocupantes.

En Japón, se llama Hikikomori a aquellos adolescentes y jóvenes, que se niegan a salir de sus habitaciones. Normalmente duermen durante el día y ven la televisión o juegan con sus ordenadores por la noche, comen comida preparada en microondas que muchas veces tienen en su mismo cuarto.

Las realidades de este fenómeno son muchas y existen variables y grados, y sin duda necesita para ser entendido en su complejidad un enfoque que tenga en cuenta variables culturales y socioeconómicas. Algunos de ellos no hablan con nadie, otros reciben visitas en casa o hablan por teléfono, otros van al colegio o a la universidad pero no hablan con nadie. Como en todo hay grados.

En Japón tener un hijo Hikikomori suele ser algo vergonzoso y se adopta una posición pasiva, esperando a que el joven pase esa etapa.

Cuando uno es Hikikomori durante muchos años las consecuencias psicológicas de ese aislamiento son devastadoras. Algunas consecuencias habituales son la perdida de habilidades sociales, de empatía e incluso de valores, ya que son educados por las pantallas y los videojuegos. En ese momento es todo muy difícil y la solución pasa por varios abordajes diferentes (Intervenciones psicológicas sistémicas y/o terapia individual, tratamientos farmacológicos, actuaciones de los servicios sociales…)

Empiezo con la reflexión. Uno no es Hikikomori de repente, es un proceso que tuvo principios. Quizás el día en que se le permitió al niño comer solo en su cuarto, jugar al ordenador sin un horario, el día en que cedieron sus padres a que no fuera al colegio, sabiendo que no estaba malo. Quizás ahí, empezó todo.

Los que habéis leído el libro de «El disputado voto del señor Cayo», os podéis imaginar cómo este sabio burgalés hubiera resuelto el problema el primer día que un Hikikomori dijera que no sale del cuarto:

Si el rapaz está vago y tiene hambre, que se levante del camastro y se acerque a la lumbre, que el puchero está caliente.

A veces, y vuelvo ya a España y seguramente a meterme en algún jardín, los padres y las madres, a veces, al cubrir necesidades básicas de los hijos, impiden que estos espabilen y como en el pueblo del cuento, prosperen.

Cuando los padres dicen mucho eso de:

Esto ya lo hago, explico, pago, resuelvo, gestiono, recuerdo…que tú no “sabes” o no “puedes”.

El problema está servido.
Son miles los teléfonos que tiran al suelo adolescentes enrabietados, y los padres terminan a los dos días por comprarles otro. ¿Estamos locos?

Cuando unos padres, dan dinero para tabaco a un chaval de 20 años que ni estudia ni busca trabajo, y un poquito más para que se tome un cokacolo o unas cervezas en el 100 montaditos los fines de semana, quizás, con esos poquitos euros, están impidiendo que su hijo visibilice que no sabe ganarse ni el pan ni el tabaco. Que no sabe hacer la “o” con un canuto.

Cuando los padres protegen en exceso –para que no sufran-, siempre desprotegen. ¿Quizás si el chaval, viera que no tiene para tabaco, lo mismo intentaba buzonear o reponer en un supermercado para pagarse sus vicios? ¿Quizás si el chaval, viera que le pagan por trabajar, se sentiría más orgulloso y más fuerte y le daría por imaginar que un día podrá optar a algo mejor?
Muchos padres-vaca, tienden a dar leche y mantequilla, para que nadie pueda ver que tienen un hijo ¿tonto? ¿no empleable?

 

CUANDO LA PAREJA ES UNA VACA.

 

Recuerdo un caso de una mujer que consultaba por un tema relacionado con sus emociones hacia su pareja. El resumen era que ella no estaba enamorada de él y no le deseaba. Hacía varios años que la emoción más intensa que sentía era: compañerismo.

Llevaba más de tres años en esta situación, inmóvil, viendo los días pasar. ¿Cómo iba a romper una pareja de más de 10 años? Él era un buen hombre. Siempre había estado ahí, incondicional, apoyando en lo bueno y en lo malo.

A pesar de que ella no le quería, los días eran cómodos, predecibles. La rutina siempre es una buena compañera…

el aperitivo de los sábados, la compra de primeros de mes, los cumpleaños de los niños y demás secuencias, semanales, mensuales y anuales que le daban una sensación de tranquilidad y seguridad.

Era una rueda que giraba, aunque chirriaba también.

A veces tenemos una pareja con la que estamos calentitos, es cómodo estar y aunque no somos plenamente felices, la pareja, nos da suficiente confort. Nos acompaña al médico, a las bodas, a los bautizos y las comuniones, se lleva bien con nuestra familia…Lleva el coche al taller, se encarga de los bancos, nos recuerda las fechas importantes, etc.

Las personas si nos paramos a pensar sabemos muchas cosas. Sabemos que no atreverse con un periodo de incertidumbre y soledad, puede hacer que la vida –amorosa, etc- se pase sin pena, ni gloria. Porque la vida, queridos lectores, se pasa. Se pasa a la velocidad a la que se dejan atrás las señales de tráfico cuando vamos por la autopista.

Las cabezas piensan muchas cosas. Ella fantaseaba con que él conociera a otra mujer, que se hartara de ella, y con mucha culpa y entre llantos se le había pasado por la cabeza que se muriera. Así de duro. No se atrevía a dar el paso, a dejar que la vaca siguiera su camino. No quería dejar la seguridad, la rutina, la certidumbre de la falta de sorpresas…el rol de ser una mujer “felizmente casada”.

Un día, que se dio cuenta de que la vida se le escurría entre los dedos, dio el paso y dijo:

Lo siento, eres una persona maravillosa, pero he dejado de quererte.

Hubo dolor, miedo y llanto. Incertidumbre extrema, soledad y culpa. Después del tiempo se alegró de su valor y sintió que todo ese dolor, terminó por serle útil.
La vida es un cuento y no lo es. Si necesitas un psicólogo que te ayude a identificar y matar vaquitas, cuenta conmigo. Quizás con un poco de valor y trabajo, termines floreciendo.

 

PIDE CITA

Un gran cambio siempre se inicia con un pequeño gesto.
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Soy Experto en Psicoterapia Breve Individual y de Pareja. Licenciado en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid y Master en Sexología por la Universidad de Alcalá. Estoy acreditado oficialmente como Psicólogo Experto en Coaching (PsEC)® Nº 69 Madrid. Hago Psicoterapia Breve Centrada en Soluciones en consulta privada, doy clases y escribo. Si quieres más información estaré encantado de atenderte.

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