La expresión “el puto móvil” la he escuchado más de una vez y casi siempre en consultas relacionadas con relaciones de pareja y/o de sexología.

Cuando alguien dice un taco de forma natural en consulta es un buen indicador de que la persona se siente a gusto charlando contigo. Así que fenomenal.

Si emplea esta expresión es porque ha tenido un input de lucidez. Es decir, ha tomado conciencia de que por culpa del p*** móvil, no presta suficiente atención a su pareja o viceversa.

A veces también entiende que por culpa del móvil, el tiempo, la vida se le escapa entre los dedos.

Antes de seguir voy a enseñar mi plumero. A mí los móviles no me gustan, y añoro esos tiempos donde se quedaba el viernes a las ocho en el oso y el madroño y si llegabas tarde tus colegas se piraban. Y si me pongo aún más nostálgico, me brillan los ojos cuando en una película de Humphrey Bogart escucho los rítmicos timbrazos de un teléfono fijo en una casa vacía. Y me encanta la idea de mandar un cuervo, como en Juego de Tronos, de castillo a castillo, o que el mayordomo nos traiga una nota en bandeja de plata como en la época de Downton Abbey para decirnos que Lady Mary quiere venir a tomar el té con nosotros.

Vamos, ¡que odio los teléfonos móviles! Y que me encantaría tomarme un té con Josephine Crawley.

Tengo uno porque no tenerlo es “estar fuera” de todos los ámbitos. No tener móvil es una forma de exclusión. Si fuera rico el primer lujo que me daría sería no tener teléfono móvil.

El móvil ocupa nuestro tiempo, nuestros ojos, manos, atención y afectos. Se ha convertido en un objeto más de amor, en un bastón, en un chupete, en un lugar donde todo funciona a toque dactilar. Es un lugar seguro. Como dicen ahora se ha convertido en una zona de confort donde poder refugiarnos.

Los más mayores recordarán esos aparatillos llamados tamagotchi tan populares en los noventa. Era un juguete creado en Japón en 1996 y que podría describirse como un animal digital que tenías que cuidar para mantenerlo con vida.

El juguete fue todo un fenómeno y quizás el inicio de la posibilidad de amar a una máquina. Quien no se crea que el ser humano puede desarrollar vínculos amorosos y sexuales con una máquina, que por favor vea sin falta nada más terminar de leer este artículo la película HER, (Spike Jonze, 2013). La ciencia ficción ya es presente y la película es una maravilla.

Podemos decir que la relaciones se han vuelto poliamorosas: Estamos tú, yo y el puto móvil. Los tres, los cuatro… competimos del mismo modo que los hijos en una familia numerosa compiten por el amor de sus padres.

El poliamor, según Wikipedia, se refiere a mantener relaciones amorosas y/o sexuales, de manera simultánea con varias personas, con consentimiento y conocimiento de todos los involucrados. El individuo que se considera a sí mismo emocionalmente capaz de tales relaciones se define a sí mismo como poliamoroso. Sus practicantes hacen énfasis en la honestidad y transparencia con todos los involucrados.

En casi todas las parejas hay dos humanos y como mínimo dos máquinas con pantalla. Vamos que, aunque tu no lo sepas, convives en un espacio poliamoroso en toda regla, donde la afectividad se reparte entre personas y pantallas.

Hace poco vi una imagen de una pareja que iba de la mano, pero cada uno, en la otra, llevaban un móvil. Como diría el vampiro de Barrio Sesamo: uno, dos, tres… y cuatro.

Actualmente la mayoría de las parejas se acuestan y se levantan con sus móviles, salen a cenar todas juntas, cocinan o hacen deporte como mínimo en “perfecto” cuarteto.

Si pudiéramos medir el tiempo que pasamos mirando a las pantallas en todas sus formas y lo comparamos con el tiempo que miramos los ojos de la persona amada; el resultado del partido se convierte en un España-Malta (1983). Pantallas 12- Ojos 1.

En los casos más extremos, cuando la pareja habla tranquilamente y suena un “pi, pi” avisando de un WhatsApp, todo se para, para atender al móvil hambriento de atención. El hilo y la energía de la conversación se pierde. Da igual que pidamos disculpas, el daño conversacional  ya está hecho.

La conversación, la intimidad, la atención, la escucha y el sexo… es el alimento de una pareja.

Si el que es interrumpido se queja de no ser atendido, el otro/a de forma educada o no, le vendrá a decir, tengo que atender al “aparatillo” …El mensaje subyacente es: Ahora el móvil está antes que tú, espera tu turno. Y “el ahora”, esos minutos, se marcha para no regresar jamás. Y “el que no está” aparece en forma de notificación, para invisibilizar al que está a tu lado. Es el ninguneo de estos tiempos modernos.

Con el tiempo la pareja dejará de hablar de todo lo que requiera cierta concentración y profundidad. Es imposible hablar si cada cinco minutos suena un “pi, pi”.

Atender un teléfono, priorizar un teléfono frente a una persona o tu entorno es la mejor forma de no estar en el presente, de no atender lo que sucede, de no enterarte, por ejemplo, de que tu pareja te necesita.

El puto móvil es culpable de muchos de los conflictos actuales de las relaciones de pareja.  Es difícil competir con un teléfono de los de ahora, de los “Smart”, son perfectos y lo tiene todo, hasta porno.

Y hablando de porno, el teléfono, se ha metido también en el lecho matrimonial, y yace (en el sentido bíblico) con los presentes en una orgia que de orgia no tiene nada. De nuevo las orgias de antes eran mucho mejor que las de ahora.

Si además del teléfono personal, tenemos el teléfono de la oficina, más el fijo, la cama se convierte en un erial erótico.

Dicho está: ¡malditos teléfonos!, ¡malditas pantallas!

Si quieres ponerte en contacto conmigo, para hablar de estos u otros asuntos mándame un cuervo a mi castillo o bien dale al botón que tienes más abajo y podrás mandarme un email, un WhatsApp o llamarme por teléfono.

Si estoy tomando el té con Lady Mary tendrás que esperar.

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Soy Experto en Psicoterapia Breve Individual y de Pareja. Licenciado en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid y Master en Sexología por la Universidad de Alcalá. Estoy acreditado oficialmente como Psicólogo Experto en Coaching (PsEC)® Nº 69 Madrid. Hago Psicoterapia Breve Centrada en Soluciones en consulta privada, doy clases y escribo. Si quieres más información estaré encantado de atenderte.

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